miércoles, 24 de noviembre de 2010

(VI) Prueba y Error

El laboratorio de Aplicaciones Tecnomilitares de la Geolomagia era, quizá, el ejemplo más fehaciente y que más se ajustaba a la definición de caos. Por todos los lados había alambiques, pipetas, mecheros, bobinas, engranajes y toda clase de instrumentos de dudosa utilidad. En el centro, como protagonista, un enorme banco de trabajo cubierto de planos y una completa caja de herramientas. Unas pizarras negras repletas de fórmulas y esquemas cubrían tres de las cuatro paredes, mientras que la última daba acceso al despacho de Mr. Stampton y a un pequeño aseo con una vieja puerta de madera. Desde unos nueve metros de altura, la luz caía sobre la estancia como una cascada desde una oronda claraboya en el techo, donde el arquitecto se había permitido poner el escudo real en forma de vidriera.

Henry y Zulficar entraron en el laboratorio. Mr. Stampton se dirigió a una de las pizarras y empezó a observar las fórmulas que en ellas parecían mofarse de él.

- ¿Sábes Zulfikar? Cuanto más descubrimos de la Geolomagia, más lejos creo que estoy de entenderla. - dijo Henry con un suspiro.

El indio hizo caso omiso, empezaba a estar acostumbrado a los ataques de pesimismo de Henry y sabía que lo mejor era no comentar nada. Por su parte, se dirigió al banco de trabajo, se agachó y, no sin antes retirar unos cuantos cacharros, sacó una caja blindada. Tras introducir el código secreto y abrirla, introdujo su mano izquierda en su interior. Al sacarla de nuevo, sobre su tecnomano metálica reposaba una piedra casi esférica de unos diez centímetros de diámetro.

- Comencemos el experimento y despejemos tus dudas, viejo amigo. - sentenció Zulfikar mientras ponía la roca sobre un soporte metálico en la mesa central. Henry asintió y se puso la ropa de trabajo. Ésta consistía en unas enormes gafas de latón, con lentes móviles para conseguir distintos aumentos, que le cubrían gran parte del rostro; una bata bastante vieja similar a la que usaban los herreros y los trabajadores de la siderurgia; y unos guantes de cuero de color quemado. Curiosamente, toda la protección que usaba Zulfikar eran unas pequeñas lentes de protección solar.

- Bien. Antes de comenzar, repasemos los tres principios de la Geolomagia...

- Por favor, Henry, ¿otra vez? - reprochó el indio.

- ... Primer Principio de la Geolomagia, o principio de Warren: Sólo ciertos minerales y rocas son susceptibles de almacenar energía en su interior. - Continuó Henry sin inmutarse de las quejas de su compañero. - Segundo Principio de la Geolomagia, o principio de Warren-Skoltz: La energía almacenada en las piedras Geolomágicas es energía pura. Finalmente, Tercer Principio de la Geolomágia o Principio del mimetismo de Stampton-Kumar: Cuando una fuente de energía pura es expuesta a un foco energético de origen externo con identidad propia, la fuente de energía pura adquiere esa identidad.

- Lo que no dice ninguno de esos principios, por mucho que me guste el tercero, es que una vez agotada la fuente de energía Geolomágica de una piedra no se puede recargar y queda convertida en un guijarro más o, con suerte, en una bonita pieza de joyería. - Comentó Zulfikar.- Aunque eso puede cambiar hoy, si demostramos lo contrario. ¿Podemos comenzar ya el experimento de carga de piedras afines o prefieres seguir dando clase a un auditorio inexistente?

Henry emitió un sonido en forma de queja y se dirigió hacia un borde del banco de trabajo. Tras tardar unos segundos en encontrarlas, Henry colocó unas pinzas eléctricas al soporte metálico que sustentaba la piedra. Acto seguido, conectó el otro extremo del ancho cable de cobre a un generador de electrorrayo propulsado a vapor. Afortunadamente, en los talleres, las calderas eran centrales y cualquier habitación podía disponer de una fuente de vapor a una correcta presión con sólo abrir una válvula, aunque esto había producido más de un accidente a investigadores poco serios.

- Experimento de carga de piedras afines número cuarenta y dos. Ante los "interesantes" resultados del experimento anterior, en el cual vimos que el mármol ofrece ciertas cualidades útiles para purificar energía y absorberla vamos a iniciar un nuevo intento tras haber pulido la piedra y haberle otorgado forma esférica para facilitar el proceso. Disponemos de una fuente de electrorrayo de 500 Voltas de sinusoide. El marmol utilizado es un marmol afín encontrado en Junio de 1894 cuya energía se agotó a finales de Marzo del año pasado, procedemos con el experimento. - Y tras acabar con el discurso descriptivo, abrió la válvula del generador.

Un fuerte silbido anunció la llegada del vapor al generador y, tras un transitorio de unos segundos, la carga eléctrica comenzó a cargar la piedra. Un pequeño foco de luz empezó a surgir del interior del mineral y la atmósfera comenzó a calentarse al tiempo que una pequeña sonrisa comenzaba a esbozarse en la cara de Henry, en cuyas gafas se veía reflejada la palpitante luz que, cada vez con más potencia, irradiaba la roca. Todo parecía ir a pedir de boca.

De pronto, unas inesperadas descargas en forma de rayo comenzaron a emanar de la piedra sin rumbo fijo.

- ¡Al suelo! - Alertó Zulfikar al tiempo que empujaba a Henry para ponerse a cubierto bajo el banco de trabajo.

Los rayos surgían de forma aleatoria achicharrando impunemente cuanto se cruzaba en su camino. Finalmente, y con titánico estruendo, una explosión hizo que la piedra quedara reducida a pequeños fragmentos que, impulsados como balas, acabaron incrustados por todo el mobiliario y paredes de la sala.

- No podemos decir que haya sido un éxito. - Zulfikar salió de su escondite y de un rápido vistazo, el indio hizo un rápido balance de los daños materiales. - Nos va a caer una buena bronca por esto. Oh, genial, uno de los fragmentos ha roto la claraboya del techo. Lo que nos faltaba, goteras.

Henry seguía en el suelo, cabizbajo y en silencio, con los pensamientos en otra parte. Repasando punto a punto el procedimiento sin encontrar el fallo.

- Vamos, amigo mío, levanta el cuerpo y el animo.- Dijo mientras ayudaba a erguirse a Henry.- Ya daremos con la solución, no te mortifiques. Venga, te invito a comer...

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