viernes, 19 de noviembre de 2010

(IV) ¿Un agradable trayecto?

"Billetes, por favor." .- Henry sacó de sus pantalones una cartera de cuero negro, extrajo un papel arrugado y se lo presentó al operario del vagón. Éste lo revisó y movió la cabeza de forma afirmativa.- "Puede pasar, caballero. Bienvenido a la línea XXVII de la Real Agencia de Vaporvías de London".Henry asintió con la cabeza adentrándose dentro del vagón.

Los vagones de los Vaporvías eran bastante impresionantes, aunque el tiempo y el desmesurado uso había borrado parte de los signos de gloria económica que los había caracterizado durante largo tiempo. Cada vagón era una obra de artesanía de una calidad exquisita: las paredes estaban revestidas de madera de Caoba que lo aislaba termicamente del exterior, si bien no le hacía tampoco excesiva falta pues todo el vaporvía estaba calentado por un sistema calefactor de tuberías que aprovechaba el humo y el aire caliente saliente de la caldera; el sistema de iluminación constaba de unas lámparas de incandescencia marca Edison&Tesla Inc. montadas sobre una estructura de forja que recordaba a las lámparas de araña de algún palacio; los asientos estaban forrados de cuero de reses finesas y para subir de una planta a la superior había una ornamentada escalera de caracol.

Una vez dentro, Mr. Stampton buscó con la mirada a Clementine, ya que, como todas las mujeres, había entrado antes que los hombres tal y como mandaba el protocolo. Cuando la encontró se acercó a ella y se sentó en el asiento contiguo.

- Bueno, señorita Clementine, ¿qué le ha traído a London? Esta ciudad no es adecuada para que una muchacha como usted ande sola, si me permite el consejo.
- He venido a hacerme un hueco en el mundo de la Núeva Ópera y a estudiar neomúsica técnica. Estoy matriculada en la Royal NeoMusic School. En cuanto a mí, no se preocupe. Sé cuidarme sola. - La chica rió- Y usted, ¿a qué se dedica?
- Soy Ingeniero Jefe en los Reales Tecnotalleres de Vapor y Electrorrayo. Concretamente en el departamento de Aplicaciones Tecnomilitares de la Geolomagia. - La cara de Clementine dibujó una mueca incomprensión. Henry soltó una carcajada y comenzó una de las pequeñas clases introductorias que le había tocado dar en multitud de ocasiones. - La Geolomagia es un nuevo y prometedor campo de la ciencia. Verás, en el mundo a veces sucede, aunque en muy raras ocasiones, que se encuentran piedras o minerales con algún tipo de energía en su interior. Generalmente estas piedras están escondidas en lo más profundo de la tierra, pero en ocasiones algunas salen a la luz y acaban siendo veneradas como dioses, como las piedras Shankara de la India, lo que nos lleva a.... - La muchacha bostezó sin ninguna consideración.- Bueno, me estoy yendo por las ramas, disculpa. Basicamente, lo que yo hago es estudiar estas piedras para encontrar la manera de extraer esa energía y aprovecharla. Personalmente, no creo que sea magia, no creo en esas cosas, por lo que el nombre de Geolomagia me parece poco apropiado. Mi teoría es que esas piedras hacen de capacitores de energía pura, que permanece en su interior desde tiempos inmemoriales.- La mirada de Clementine denotaba escepticismo. Henry suspiró, se echó la mano al bolsillo de su chaleco sacando su reloj de bolsillo y un pequeño destornillador de relojero. Tras aflojar un par de tornillos de la parte trasera, tendió el reloj hacía la chica. - Mira, querida.

Al abrirse la tapa trasera del reloj apareció una gema de color morado de la que emanaba un tenue luz de forma periódica. La gema estaba conectada mediante extraños mecanismos al sistema de ajetreadas ruedas dentadas que producía el giro de las manecillas. Clementine no salía de su asombro, posiblemente más atraída por la belleza de la piedra luminosa que por la técnica que la envolvía.

- Con esto me ahorro darle cuerda constantemente, y apenas atrasa un segundo al año. - dijo Henry mientras volvía a atornillar la parte trasera y a echarse el reloj al bolsillo.- ¡Oh! Me temo que esta es su parada, señorita. - Apuntó Henry levantándose para dejar salir a la chica. Ésta se levantó y se puso frente a él.

- Encantada de conocerle, Mr. Stampton, ha sido un placer. Ojalá nuestros destinos se vuelvan a cruzar pronto. - Y sin mediar palabra adicional se acercó a Henry y le dio un beso en la mejilla. Tras ello, y con Henry aún de pie con cara de pasmarote, se dirigió a la puerta del vagón y se fue.

Pasaron unos segundos antes de que Henry recuperara la compostura. Cuando fue consciente del ridiculo que estaba haciendo de pie en medio del pasillo, Henry se volvió a sentar. La atención y la mirada del ingeniero se volvieron a centrar sobre el periódico y prosiguió su camino en el Vaporvía.

Al llegar a la siguiente parada un operario entró en el vagón. "Atención, por favor, damas y caballeros. Por problemas ajenos a la Real Agencia de Vaporvías de London, tendremos que estar parados durante diez minutos. Disculpen las molestias".

"Genial, otra vez tarde", pensó Henry al tiempo que se echaba la mano al bolsillo del chaleco para comprobar la hora. Sin embargo, el bolsillo estaba vacío y la cadena del reloj colgaba lánguida de la botonera de su chaleco. "Great Scott!, me ha robado la muy..."
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¡Vaya! ¡ Si es que no hay que ser tan confiado Henry! Espero que os vaya gustando la historia.
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1 comentario:

Roendal dijo...

Debería estar leyendo EPRY, que en aproximandamente 10 horas y media tenemos que discutir sobre ello.

Pero que leches, esto es mucho más interesante ;)

Ánimo! Que lo has revivido con ganas y no quiero que se vuelva a morir durante un año!